Instalación inmersiva por Julián Floria Cantero

Mar, 07/07/2020 - 09:58
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Instalación inmersiva
Instalación inmersiva

Un estudio sobre la Instalación inmersiva y sobre nuevos modos de interacción con el medio doméstico provocados a raíz del COVID-19 obtiene la máxima calificación en la asignatura Trabajo Fin de Grado.

 

El estudiante de la ETSAG Julián Floria Cantero (@email) ha presentado su trabajo Fin de Grado “Instalación inmersiva. Uso del espacio arquitectónico en el arte contemporáneo”, bajo la tutela del profesor Ricardo Hernández Soriano. Dicho trabajo ha obtenido la calificación de Sobresaliente con Matrícula de Honor por parte del tribunal en la convocatoria ordinaria recientemente celebrada.

Dentro de la línea de TFG “Arquitectura en su relación con otros ámbitos culturales”, el trabajo surge desde el interés por la instalación inmersiva, una producción artística cuyo auge es muy reciente: no es hasta 2016 cuando la experiencia del espacio se convierte en una tendencia en galerías y museos de todo el mundo. El estudiante centra su atención en una minoría de artistas que habrían abierto este campo ya a principios del siglo XX, fundamentado en los procesos políticos, sociales y económicos del lugar y en otras disciplinas como la psicología, la antropología o la filosofía. Dividido en cuatro capítulos, se plantea la evolución de este tipo de instalación desde sus inicios.

  • —HABITACIONES—. El Lissitzky, a través de un espacio compartimentado, generó un dispositivo que era capaz de interactuar con el usuario: fruto de las preocupaciones de la Revolución Rusa, abolió esas “piezas de caballete y pedestal” —pinturas y escultura—, consideradas un arte burgués, en favor de espacios en los que el usuario participase activamente en el proceso artístico. Con el Prounenraum, Lissitzky había convertido el espacio expositivo en “la experiencia de la experiencia”.
     
  • —AMBIENTES—. Lucio Fontana, por su parte, generó una serie de Ambientes Espaciales que incluían elementos que, si bien pretendían interactuar con ese usuario que se inmergía en la instalación, no consiguieron conectar de manera tan lograda con los mismos. No obstante, Fontana habría dado un paso más para dar cierto carácter al espacio, haciendo uso de luces de neón.
     
  • —ATMÓSFERAS—. Si que consiguieron hacer mella en el visitante los ambientes de Olafur Eliasson, que abandonarían esta denominación en favor de la de atmósfera, al dar lugar a dispositivos que eliminaron ese carácter transicional que poseían los Ambienti de Fontana. The weather project o The mediated motion conseguían introducir conceptos tan simples como abstractos, como son el espacio o el tiempo, que se entendían mediante la presencia del usuario y el movimiento del mismo o de los objetos que lo rodeaban.
     
  • —METAESPACIO—. James Turrell consigue despertar en el usuario lo que él llamaba la visión detrás de los ojos: hechos que ocurren día a día son interpretados automáticamente por el usuario, por lo que Turrell pretende hacerlo consciente de su subconsciente. Esto lo logra mediante esos Skyspaces que genera en el Roden Crater en Arizona, aún inconcluso, en que la percepción del tiempo astronómico del espectador es posible gracias a que consigue incluir el cielo en el espacio próximo del mismo.

Aplicando la investigación a las circunstancias excepcionales en que se ha desarrollado, el estudiante ha analizado las condiciones de interacción con el medio para trasladar los modos de percepción que provoca la instalación inmersiva a los espacios que vivimos día a día: durante el confinamiento, el espacio doméstico se convierte, como para estos artistas, en un lienzo en blanco en que la unidad familiar lo moldea mediante los recursos de los que dispone. Aunque quizás inconscientemente, los usuarios que viven en los hogares estudian los movimientos del sol y se convierten en máquinas que obedecen al tiempo astronómico, hacen mutar los espacios mediante los procesos que desempeñan en su interior y se convierten en actores imprescindibles de su propio ambiente.

Vista la fugacidad de los modos de vida, en una sociedad líquida que continuamente cambia su forma, la pandemia nos ha demostrado la necesidad de espacios más versátiles, en los que el usuario sea capaz de personalizar hasta las máximas consecuencias desde la disposición del mobiliario hasta la posibilidad de divisiones o ausencia de las mismas.