Granada 2031: un gran pacto por la sostenibilidad

Jue, 23/01/2020 - 09:24
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Juan Carlos Reina
IDEAL

Damos difusión al artículo de opinión de Juan Carlos Reina Fernández, Arquitecto y profesor en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura,  que aparece publicado en la edición impresa de IDEAL el día 21 de enero de 2020.

El devenir de nuestras ciudades no se encamina hacia horizontes esperanzadores. La situación generada ante las alarmantes noticias que cada día recibimos sobre la pérdida de calidad de los asentamientos urbanos pareciera requerir un nuevo posicionamiento de los seres que las habitamos. Las actuales directivas internacionales y los tratados de colaboración para la lucha contra el cambio climático ─en un intento de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar la eficiencia energética y aumentar el uso de las energías renovables─, no consiguen una implantación lo suficientemente sólida como para considerar que estamos en el camino correcto. Resulta urgente la participación de todos los colectivos para que dichas materias sean puestas en práctica de manera inequívocamente favorable y, para que ello sea posible, es fundamental la concienciación y participación de cada individuo.

Convencidos de esta necesidad, desde la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Granada se puso en marcha, allá por la primavera de 2018, un seminario permanente que, bajo la denominación genérica De Arquitectura y Ciudad. DEBATES DE GRANADA, ha permitido abrir puertas y ventanas a colectivos sociales, colegios profesionales, empresarios e instituciones interesados en la participación por la búsqueda de una ciudad más habitable donde, el uso adecuado de los recursos, la coherencia en el establecimiento de prioridades y, sobre todo, el reconocimiento del ciudadano como figura principal, se consolidaran como los ejes articuladores sobre los que construir el concepto de ciudad. En los encuentros celebrados se ha constado la urgente necesidad de favorecer un cambio de paradigma que, centrado con la Nueva Agenda Urbana 2030 aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, oriente la implantación de un nuevo modelo urbano hacia criterios de sostenibilidad, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados por la ONU, para conocer, reducir y compensar las emisiones de gases de efecto invernadero.

No se está proponiendo nada nuevo. En la reciente XXV Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático (COP25) se ha puesto de manifiesto la urgencia de dichos planteamientos que, a pesar de las continuas reticencias de muchos países, pueden no resultar tan complicados de implantar en nuestras aglomeraciones urbanas; o, al menos, en ciudades medias como Granada. El referente de la ciudad de Vitoria-Gasteiz deja evidencia  de las ventajas del modelo de sostenibilidad urbana implantado en la capital vasca, premiada como European Green Capital en el año 2012 y, en el pasado mes de septiembre, con el Global Green City Award de Naciones Unidas. No lo han logrado en dos días, lo sabemos, pero los veinticinco años de trabajo continuado que han permitido la consecución de tan preciado reconocimiento tuvieron su punto de partida en la convicción de técnicos, políticos y empresarios de que merecía la pena apostar por un modelo diferente, en clara armonía con el medio ambiente y con el entorno natural que les era propicio; y, en este sentido, pocas ciudades pueden presumir de disponer de un patrimonio natural tan envidiable como el de Granada.

Por todo lo anterior, en las conclusiones elaboradas tras las sesiones de trabajo, ponencias y mesas de debate hasta ahora celebradas, se propone la concepción de un nuevo modelo urbano, en el que la ciudad sea considerada como un ecosistema orientado al uso y disfrute de sus ciudadanos donde, trabajando desde la anticipación y de manera global sobre todo el área metropolitana, se introduzcan nuevas estrategias de movilidad y utilización de sus espacios públicos, así como una adecuada integración de la Vega y el ingente patrimonio natural que nos rodea. Todo ello, junto con el fomento y desarrollo de economías circulares basadas en el reciclaje y la reutilización, debieran convertirse en los ejes de actuación sobre los que construir una Granada renovada; en aras a una inaplazable necesidad de recuperación de parámetros medioambientales asumibles y, en especial, de la calidad del aire.

Desde ese convencimiento, y apoyados en el indiscutible reconocimiento de las potencialidades medioambientales que nuestra ciudad alberga, cabría preguntarse: ¿hasta cuándo los ciudadanos hemos de esperar para que las Instituciones que nos representan asuman que es necesario que todos nos pongamos de acuerdo?; ¿cuándo dejaremos de actuar aislada y parcialmente para asumir la urgencia de trabajar de manera conjunta?; ¿alguien continúa dudando que el problema es de todos? ¡Necesitamos con emergencia que nuestros dirigentes den un paso adelante, y lo necesitamos ya! La ciudad precisa de un esfuerzo colectivo por la sostenibilidad y, para que dicho proceso se active de manera eficiente, ha de realizarse decidida y conjuntamente. Instituciones públicas y privadas, empresarios, colegios profesionales y colectivos sociales han de dar un paso definitivo hacia la firma de un “Pacto ciudadano por la sostenibilidad” que permita la priorización de acciones en función de criterios medioambientales que, dicho sea de paso, son los procesos más rentables ─y no estamos excluyendo los aspectos económicos─ para la sociedad que nos preocupa; y tal vez, de esa manera, emprender un adecuado camino para decidir qué imagen desea nuestra ciudad transmitir al mundo desde su candidatura a Capital Europea de la Cultura 2031.

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