Ana Ibáñez: In memoriam

Mié, 27/01/2021 - 20:20
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El legado de una jardinera en la ciudad de los jardines  En memoria de Ana Ibáñez Fernández Bióloga y paisajista.

Desde la ETSAG, con el máximo respeto, admiración y cariño hacia ella y con vocación de permanencia de su legado para nuestros estudiantes de Arquitectura y compañeros, damos difusión al artículo aparecido en el rotativo Ideal (27.01.2021) in memoriam de Ana Ibáñez Fernández Bióloga y paisajista, y también durante muchos años profesora de nuestra Escuela.

 

El legado de una jardinera en la ciudad de los jardines
In memoria de Ana Ibáñez Fernández Bióloga y paisajista.
Profesora de jardinería y paisaje de la UGR.

 

El tránsito a la otra vida ha sido interpretado por distintas culturas como un juicio en el que las acciones y el legado vital son medidos. Si la balanza ha de calibrar el legado de alguien que entregó su vida a la jardinería, el platillo de sus logros estará lleno de semillas, flores, perfumes y árboles longevos que vivirán por generaciones. En esta ciudad de jardines, eso supone el más alto reconocimiento.

Nos ha dejado Ana Ibáñez Fernández, bióloga, profesora y jardinera apasionada que ha sembrado durante años los rincones de Granada, tanto desde su puesto en la Universidad al frente de su servicio de jardinería, como en su labor de paisajista en parques públicos y oasis privados. Arriacense de nacimiento, su trayectoria vital, académica y profesional, florecería en Granada, ciudad que tanto amó y donde pudo desarrollar plenamente sus vocaciones. Su formación universitaria se inició en la rama de la biología, pero su pasión por el arte y la cultura de las plantas y por esta ciudad la llevaron a realizar su tesis doctoral, Estudio paisajístico del entorno de la Alhambra, impacto ambiental de los nuevos accesos (Universidad Complutense de Madrid, 1991).

Su vocación se vería complementada por el conocimiento del espacio arquitectónico junto a su compañero y marido, Eugenio Marqués Garcés, arquitecto (fall. 2003), con quien tuvo a sus hijos Ana, Eugenio y David.

Su precoz labor docente comenzó en un instituto de Las Palmas de Gran Canaria (fue número uno de su promoción en la oposición de Cátedras de Instituto y la más joven catedrática de España). Más tarde fue profesora en los Institutos de Enseñanza Secundaria de Churriana de la Vega y en el Mariana Pineda, pero no tardó mucho en dar el salto a la Universidad de Granada donde fue profesora titular durante más de veinte años, centrando su enseñanza en las materias de paisajismo y jardinería en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y en la Facultad de Bellas Artes. Realizó estancias, entre otras, en la Faculty of Landscape Architecture (State University of New York) y en la Ecole Nationale Supérieure du Paysage (Versalles). Siempre se ganó tanto el reconocimiento profesional como el cariño de estudiantes y compañeros gracias a su carácter cercano, franco y expresivo.

Durante más de una década compaginó la docencia con la gestión de los jardines de la Universidad y con trabajos de paisajismo en numerosos proyectos, tanto de restauración de jardines históricos como contemporáneos. Sus manos dirigieron el Parque de los pueblos de América en Motril, que quiso recuperar hace apenas un año, o la intervención paisajística del Arrabal del Castillo en Álora, Málaga, actualmente en desarrollo. En Granada, los “Paseillos universitarios”, los palacios de Buensuceso y del Conde de Luque, el espacio público Eras de Cristo y los jardines y las cubiertas del Forum de negocios nos recuerdan su sabiduría y buen hacer. La recuperación del jardín de la Casa museo Manuel de Falla, uno de sus últimos trabajos, ha quedado huérfano, a la espera del cariño de sus manos y de la alegría de sus plantas. La lista sería extensísima, más aún si consideramos los pequeños jardines domésticos, quizás donde ella se sentía más feliz, auténticos paraísos, regalos para los sentidos de los que tantos ejemplos ofrece Granada. Amante de la belleza, tanto en la obra del ser humano como de la naturaleza, fue una incansable viajera a la búsqueda de los jardines más delicados en Grecia, Italia, Marruecos, Portugal o allá donde hubiera un paraíso que descubrir. Su entusiasmo y vocación docente siempre le empujaban a trasmitir sus hallazgos y aprendizajes, contagiando pasión a los que tuvimos la suerte de formar parte de su entorno. Nos enseñó que trabajar con plantas da alegría, y compartirla, felicidad.

Su carácter fuerte y optimista le ayudó a enfrentarse a las muchas pruebas que le puso la vida –“La vida no es fácil”, solía decir a menudo de un modo entre resignado e irónico– aunque siempre supo reconvertir las vivencias amargas en positivas lecciones vitales. Quizá por este motivo desarrolló una gran empatía y un instinto generoso y maternal que volcaba en los demás. Siempre estaba dispuesta a ofrecer un consejo práctico, su visión experimentada y cabal, a incentivar el esfuerzo o a ayudar a crecer a los que la rodeaban.

Siempre nos quedará el recuerdo de su mirada que nos hacía descubrir la belleza en los detalles más sutiles, el placer de haber compartido amables conversaciones e intensas vivencias y, lo más preciado, su legado y empeño por ayudar a la ciudad de Granada a ser aún más hermosa gracias a sus creaciones. Tal vez el lector no la haya conocido o sea ajeno a su obra, pero es muy probable que alguna vez, paseando por la ciudad, haya sentido el aroma de un macasar en enero, se haya refugiado bajo la sombra de un tilo en verano o haya admirado la belleza de un arrayán que Ana plantó.

Ana solía decir que los jardineros son generosos, pues lo que siembran será un regalo para otros y que por eso tienen un lugar asegurado en el Paraíso. Allí es donde podemos imaginarla ahora, construyendo vergeles, diseminando alegría y regalando felicidad.

Jorge Asencio Juncal / Fidel Garrido Carretero / Francisco del Corral del Campo. Paisajistas arquitectos.

 

Desde la ETSAG, con el máximo respeto, admiración y cariño hacia ella y con vocación de permanencia de su legado para nuestros estudiantes de Arquitectura y compañeros, damos difusión al artículo aparecido en el rotativo Ideal in memoriam de Ana Ibáñez Fernández Bióloga y paisajista, y también durante muchos años profesora de nuestra Escuela.